Cocinar es cosa de… ¿de quién?
«Al pan pan, y al vino, vino», «Se parecen como huevo a una castaña» , «El amor se acaba, pero el hambre no»… Son solo algunos ejemplos de cuánto está metido en el día a día el mundo de la cocina y la alimentación, y no solo como la lógica función fisiológica de consumir nutrientes. Hay todo un universo alrededor de la gastronomía, sobre todo en países como el nuestro, donde el buen comer y el buen beber son una parte tan importante de nuestras relaciones sociales; pero, con ello, también todo un universo de tópicos que a veces se confunden con realidades.

«Al hombre se le conquista por su estómago» es uno de ellos, de corte más bien… ¿feminista, o feminazi? Depende de cómo se mire, pues bien podría ser que se refiera al buen apetito de los hombres, o que su capacidad de raciocionio está a la altura de sus estómagos. De cualquier forma, en cuanto a su generalización, estamos ante uno de esos tópicos con más gracia que fuerza, y que terminan siendo peyorativos en cuanto se usan como arma arrozadiza entre géneros (por suerte, no es una muy sangrante).
Otro de esos tópicos es, sin duda, la cocina como el reino exclusivo de la mujer, aquel donde las amas de casa son dueñas y señoras, y ejercen su reinado con total totalitarismo, o incluso mejor que eso, ya que nadie les discute su lugar. ¿O sí? Porque vemos que en cualquier casa familiar, la cocina está a cargo de la mujer; sin embargo, es de todos conocido que la gran inmensa mayoría de cocineros y chefs famosos son hombres. ¿Quiere esto decir que las mujeres están bien en el ámbito doméstico, pero si hay que triunfar fuera de casa para eso ya están los hombres? Cuidado, por si tiramos otra vez de tópicos sin fundamentar.
¿Y es lo mismo si tiramos de lesbianas y gays xxx? La razón nos dice que la tendencia sexual de una persona tiene poco que ver con la habilidad en el arte culinario; así que cualquier mujer homosexual podría ser tan buena cocinera como su homóloga hetero. Pero claro, ¿quién nos libra de pensar que a las tías boyeras lo que les gusta es hacer cosas de hombres, y que eso no es estar metida entre fogones? Ya te miran mal si confiesas ser una mujer a la que no le gusta la cocina; sin embargo, añade que anoche estuviste viendo porno lesbico en una página web, y todo el mundo será muy comprensivo contigo. A veces, todo esto de lo que se da por sentado puede volverte un poco loco, la verdad.

Porque oye, aunque lo de tortillera suene a profesional de la cocina y su origen sí esté relacionado con la fabricación de «tortillas», no tenemos que suponer cosas que no son. Hay mujeres a las que les gusta cocinar, o no; hay mujeres que son buenas cocineras, o no. Y hay mujeres, heterosexuales o lesbianas, que acaban hartas de estas tonterías sobre roles que ya no se corresponden con la realidad, si es que alguna vez lo hicieron.
Para terminar, una confesión. Tengo una amiga, lesbiana ella, que me dice: «mi novia cocina mejor que mi madre«, y me cuenta los belenes que se forman cuando están ambas, suegra y nuera, en la misma mesa, siempre compitiendo. Porque ahí va otro tópico en mayúsculas: no hay mejor cocina que la de las madres. Esto es como si, antes de ser madre, la señora no fuera una mujer que podría no gustarle cocinar o no se le diera bien. ¿Acaso la maternidad viene con una varita mágica que te hace convertirte en una diosa de los fogones? Que dios guarde entonces a las mujeres que, por una u otra razón, han decidido no ser madres…